Son situaciones muy cotidianas la escena de un niño/a llorando porque no quiere comer y muy común la frase «mi niño no me come nada».
El comportamiento de los niños durante las comidas es causa de frecuentes conflictos.
Las quejas más habituales de los padres se refieren a actitudes de pereza o desinterés, rechazo del alimento o vómitos provocados, estar sentados con malas posturas, jugar mientras come o mostrarse caprichoso.
Muchas veces tendemos a confundir estos términos, no debemos confundir la falta de apetito con el hambre.
El hambre es un factor biológico producto de una necesidad de alimento no cubierta que provoca insatisfacción, ansiedad e incluso dolor.
En cambio el apetito es de componente psicosocial, caracterizado por el deseo o placer de comer.
Como los adultos, el niño puede sentir inapetencia por diferentes motivos, puede ser por cansancio, calor, pero en muchas ocasiones puede estar relacionado con experiencias de alimentación que pueden predisponerlos a rechazar alguna comida.
LOS NIÑOS Y LA COMIDA
Es fundamental en estos casos, la actitud de los padres que deben proporcionar al niño un momento relajado y agradable.
Con paciencia debemos hablarle, animarles, hacer el momento de la comida un momento placentero, enseñar al niño a saborear y a disfrutar la comida ayudándole con nuestros comentarios. y evitar la tensión que pudiera provocarles la situación de que el niño vaya a rechazar la comida, pues los niños son como esponjas y lo captan todo.
Hay que establecer unas pautas de comportamiento en relación al momento de la comida como:
– La duración máxima de las comidas.
– Corregir las malas posturas al estar en la mesa.
– El volumen de las porciones de los alimentos.
– Buscar equivalentes que sustituyan a los alimentos rechazados.
– Enseñarles que la comida no es un juego y poco a poco los niños lo entenderán así.
Enseñar a comer a nuestros hijos no es solamente enseñarle a manejar los cubiertos debemos inculcarles además de lo anteriormente citado, pautas dietéticas saludables desde niños y esa será la mejor manera de cuidar su salud.
Es en la infancia donde se establecen la mayor parte de los hábitos alimentarios y de esto dependerá su salud en la edad adulta.
Los adultos con sus excesos de rigidez o de tolerancia, son en muchas ocasiones la causa de las dificultades o trastornos en la alimentación.

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